martes, septiembre 25, 2012

Fidelidad a uno mismo

Recuerdo hace muuuuchos años, cuando todavía era voluntario en Cruz Roja Española, que un día tuve una conversación con el Responsable de la Base:

- Juan Antonio, mira a tu alrededor, y atiende: Esto es una mierda: Ambulancias que se caen a pedazos; voluntarios que no son sino usuarios, servicios de emergencia que son realmente teletaxis de lujo, subvenciones a fondo perdido, chanchullos y apaños por doquier
- Joder, pues tú llevas más de cuarenta años aquí. ¿Cómo es que no te has ido?
- Aprende: la gente viene y se va; pero Cruz Roja sigue. Unas veces hay más medios, otras menos; pero Cruz Roja sigue. Se descubrirán escándalos, e incluso se enjuiciará a nuestros directivos; pero Cruz Roja seguirá mientras haya gente que crea sinceramente en sus principios fundacionales y esté dispuesta a trabajar por ellos.
Recuerda: Tú no eres Voluntario de Cruz Roja para ayudar a los demás o para salvar vidas. Tú eres Voluntario de Cruz Roja porque crees en unos ideales y estás dispuesto a poner tu vida en ellos.
Y el día que los olvides; en el momento en que los complejos o los miedos, el buscar amistades o pareja, o simplemente callar tu conciencia o parecer más o menos "guay" ante los demás sean tus objetivos como voluntario... ese día dejarás de serlo. Posiblemente aguantes un año o dos, pero finalmente te irás, porque ya no tendrás ninguna razón real para estar aquí.

Y tenía toda la razón. Cada vez que he perdido el norte, cuando me he dejado llevar y convencer por la "estrella" de turno, en el momento en que dejo de guiarme por mis ideales, para rendirme a mis "necesidades", viene la realidad y se lía conmigo a palos, a veces en sentido figurado, y otras de una manera dolorosamente real... y me encuentro tirado en la calle teniendo que recomenzar

Sólo lamento las oportunidades perdidas, las amistades que dejé pasar e incluso desdeñé por no ser fiel a mí mismo... y lamento tambien ver cómo gente muy cercana no ha querido ver mi historia y está tristemente condenada a repetirla

En fin: la vida sigue. Y no seré yo quien se baje de mi propio tren. Ya no.

1 comentario:

Anónimo dijo...

"...Cualquier cosa es un camino entre cantidades de caminos. Por eso debes tener siempre presente que un camino es sólo un camino. Si sientes que no deberías seguirlo, no debes seguir en él bajo ninguna condición. Para tener esa claridad debes llevar una vida disciplinada.Sólo entonces sabrás que un camino es nada más un camino, y no hay afrenta, ni para ti ni para otros, en dejarlo si eso es lo que tu corazón te dice.
Pero tu decisión de seguir en el camino o de dejarlo debe estar libre de miedo y de ambición. (...) Mira cada camino de cerca y con intención. Pruébalo tantas veces como consideres necesario.

Luego hazte a ti mismo, y a ti solo, una pregunta: ¿Tiene corazón este camino?



Si tiene, el camino es bueno; si no, de nada sirve. Todos los caminos son lo mismo, no llevan a ninguna parte. Son caminos que van por el matorral. Ningún camino lleva a ninguna parte, pero uno tiene corazón y el otro no..." Uno hace gozoso el viaje; mientras lo sigas, eres uno con él. El otro te hará maldecir tu vida. Uno te hace fuerte; el otro te debilita."

El problema es que nadie se hace la pregunta, y cuando por fin se da cuenta de que ha tomado un camino sin corazón, el camino está ya a punto de matarlo.Un camino sin corazón nunca se puede disfrutar. Hay que trabajar duro tan sólo para tomarlo. En ese punto pocas personas pueden parar a pensar y dejar el camino...

En cambio, un camino con corazón es fácil: no te hace trabajar por tomarle gusto. Para mí existe solamente el viajar por caminos con corazón, en cualquier camino que pueda tener corazón. Por ahí viajo, y el único desafío que vale la pena es atravesarlo en toda su longitud. Y por ahí viajo, buscando, buscando, sin aliento".

(“Las enseñanzas de Don Juan” de Carlos Castañeda.)