—Tú no existes —me dice a menudo Saranna, después de hacer el amor—, no puedes ser real.
Sé lo que quiere decir, pero yo lo veo de otro modo, pues, por todos los planes e intenciones que tracé antes de actuar, sé que he sido moldeado más por las circunstancias que por mi propia voluntad. Y a veces me pregunto si no seré, después de todo, una pieza en el juego de algún otro jugador, que sigue ciegamente los grandes designios de éste sin ser consciente de que mi paso por el tablero es tan solo una finta, mientras que los asuntos importantes son jugados en otro lugar por otros jugadores.
Pero me importa muy poco la posibilidad de la existencia de algún otro designio más grande. Mi única esperanza era esta: ver lo que se podía hacer, y creer que se podía hacer, y luego hacerlo; y conseguí llegar hasta el final, sin que importara el precio.
Y cuando una vida termina como la mía habrá de terminar, nadie puede persuadirme de que el coste no ha sido más bajo de lo que finalmente he obtenido a cambio.
Orson Scott Card: "Un planeta llamado Traición"
Al igual que en la novela, todos somos Lanik Mueller: jovenes dispuestos a comernos el mundo, con una misión que consideramos importante, orgullosos, seguros de nosotros... hasta que la vida se encarga de ponernos en nuestro lugar.
El conocer y asumir nuestra verdadera relevancia es clave para nuestra supervivencia como individuos, como grupo, y como especie. De la megalomania se derivan la dictaduras. De la sublimación de objetivos se derivan los comunismos y demás sectas, tanto políticas como religiosas.
Y una vez conocido ésto, se trata de cómo llevamos a cabo ese "Creced y multiplicaos" que llevamos impreso en los genes
Solo espero como Lanik, llegado el momento, poder echar la vista atrás y poder decir "Ha merecido la pena"
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